3. PERSPECTIVAS DE FUTURO
No cabe duda de que la tecnología está cambiando el sector financiero y se están desarrollando innovaciones que modifican la manera en la que se estructuran, se prestan y se utilizan los servicios financieros, incluidos los servicios de pago. En este apartado se presentan las innovaciones que, previsiblemente, tendrán mayor impacto en los próximos años, examinando qué le depara el futuro a este sector, las principales tendencias y las posibles aplicaciones a los medios y sistemas de pago.
En primer lugar, es de destacar la tecnología blockchain y, en general, las DLT (distributed ledger technology o tecnología de registro distribuido). Una DLT es una base de datos descentralizada gestionada por múltiples usuarios, de forma que todos tienen acceso a los datos y al historial de registros, pudiendo verificar las transacciones colectivamente. Este hecho hace que no sea necesaria la existencia de una autoridad central o un intermediario para actualizar la base de datos o realizar una transacción (Angelov, 2019). La tecnología DLT combina redes P2P (para conectar a los diferentes usuarios o nodos), criptografía (para aportar seguridad sobre la información que se intercambia, autenticando al emisor y cifrando la información) y algoritmos de consenso (mecanismos para llegar a un consenso entre los participantes y garantizar que no haya fraudes ni duplicidades). El blockchain es un caso particular de DLT, basado en bloques que forman una cadena y el proceso que se sigue hace que cuando se realiza una transacción los registros sean inalterables, pues los registros se generan de forma automática conectándose con el resto de la cadena de bloques por orden cronológico; por tanto, ante cualquier modificación, todos los participantes observarían cómo la cadena se rompería, de ahí la gran seguridad que aporta esta tecnología y la dificultad a la hora de cometer fraudes o hackear este sistema (Romero, 2018). En la figura 9 se puede observar de forma simplificada el funcionamiento de la tecnología blockchain al realizar una transacción.
La tecnología DLT, aunque cuenta con limitaciones como la ausencia de una regulación clara y la falta de confianza por los usuarios, tiene un gran potencial de aplicación en diversos sectores como el financiero, asegurador, para trámites burocráticos e incluso en sanidad (PwC, 2016). En el sector financiero, en el corto plazo, se está investigando su uso para mejorar la experiencia del cliente mediante las funciones de integridad y seguridad de datos que ofrece.
A más largo plazo, la tecnología DLT podría emplearse en el ámbito de los pagos para mejorar su eficiencia, la gestión de la identidad digital de clientes, realizar pagos transfronterizos, transferencias P2P e incluso pagos y liquidaciones interbancarias (Capgemini, 2018). Concretamente, en el segmento de los pagos se están llevando a cabo diversos proyectos en relación con las transferencias de fondos internacionales. Entre los posibles beneficios de realizar pagos internacionales a través de DLT cabe destacar la simplificación de todo el proceso al reducir la intermediación (se eliminaría la figura de mediadores como Visa, Mastercard, cámaras y entidades de compensación), liquidaciones en tiempo real, gran reducción en los costes, una mayor transparencia, menores riesgos de fraude y una menor necesidad de liquidez (Tramazaygues, 2016).
En España, en relación con esta tecnología, desde octubre de 2017 existe una alianza entre empresas e instituciones de distintos sectores (Banco Santander, Banco Sabadell, Repsol, Everis, Endesa, BBVA, Grant Thornton, Garrigues, entre otras), sumando en la actualidad más de 550 miembros. Esta unión, denominada Alastria, supone la primera red blockchain semipública cuyo objetivo es desarrollar innovaciones a través del uso de blockchain al amparo de la regulación española (Garijo, 2018).
Según el World Economic Forum (2016), el uso de blockchain se convertirá en una parte integral de la infraestructura operativa de las instituciones financieras y, en los próximos años, en una era de delitos cibernéticos y estrictos requisitos regulatorios, un sistema altamente resistente al fraude para proteger y autenticar casi cualquier tipo de transacción podría tener un impacto revolucionario en el sistema financiero. Todo apunta a un extraordinario incremento en los niveles de inversión de las compañías para crear productos y soluciones específicas basadas en DLT. De hecho, como se puede observar en la figura 10, en los últimos años se ha producido un notable aumento de la inversión en blockchain en las distintas zonas del mundo, destacando el papel de EE.UU., Europa occidental y China que, según las predicciones para el período de 2018 a 2022, se situarían como precursoras (KPMG, 2019).
Otras tecnologías que están alterando todos los esquemas del sector financiero y que influyen también en los pagos son el Internet de las cosas y los dispositivos inteligentes, basados en la inteligencia artificial, los cuales están revolucionando el sector financiero (Capgemini, 2018).
Por un lado, la inteligencia artificial (también conocida como AI por sus siglas en inglés) consiste en un sistema con una codificación que hace que un ordenador o un dispositivo esté capacitado para recordar patrones, analizar, comprender y tomar decisiones empleando una lógica parecida a la de un ser humano (BIS, 2018). La AI combina esta inteligencia con la posibilidad de automatizar tareas rutinarias y simples, suponiendo un consecuente ahorro en costes y tiempo. Además, cuenta con capacidad de análisis de grandes bases de datos (big data) y de aprendizaje, por lo que se puede emplear en tareas como estudios de mercado, recopilación de datos, gestión de carteras de activos, análisis de mercados bursátiles y servicios de asesoramiento (Angelov, 2019).
Por otro lado, relacionado con la aplicación de la AI, está el internet de las cosas (por sus siglas en inglés IoT), el cual ha motivado la proliferación de dispositivos de nuestro día a día que cuentan con sistemas operativos y sensores que recogen información, la analizan y realizan acciones en base a ella. Hasta ahora, el crecimiento del IoT en servicios financieros se ha producido principalmente en el sector de los pagos, seguros y en la banca (PwC, 2016).
El principal exponente de la AI y del IoT son los smartphones, pero los bancos están estableciendo asociaciones con fabricantes de tecnología portátil para permitir a los clientes realizar pagos móviles utilizando wearables como son los smartwatches o las pulseras de actividad física. Un ejemplo de esto es Fitbit Pay, una pulsera de actividad física para pagar en tiendas con tecnología NFC. También es de destacar el Dash Button de Amazon, el cual permite a los clientes reponer artículos de uso cotidiano comprándolos a través del monedero digital de Amazon con un simple clic; sin embargo, este dispositivo ya no se comercializa por el auge de los asistentes como Alexa o Google Home. Estos asistentes de inteligencia artificial permiten realizar pagos por voz dando lugar a servicios de mayor valor añadido basados en las conversaciones con el asistente de voz. Asimismo, Jaguar y Shell se han asociado para desarrollar una aplicación de pagos mediante el automóvil basada en el uso del GPS sin necesidad de que medie efectivo o una tarjeta de crédito física (Capgemini, 2018). Un último ejemplo de IoT está en los electrodomésticos del hogar, como frigoríficos, televisiones, hornos, lavavajillas. Así, por ejemplo, el frigorífico Family Hub, lanzado al mercado en 2016 por Samsung con la aplicación Groceries desarrollada junto con Mastercard, hace posible realizar la compra y el pago de la misma a través del frigorífico. Además, el frigorífico, gracias al uso de AI, recuerda patrones de compra de las familias y es capaz de realizar sugerencias de compra personalizadas (Pérez, 2016). Con el aumento del IoT, hay un cambio creciente en el panorama de pagos hacia pagos iniciados por dispositivos. Además, estas tecnologías, complementadas con infraestructuras de pagos en tiempo real y el fácil acceso a la identidad de las partes involucradas en las transacciones, están creando un ecosistema cada vez más conectado entre dispositivos, sistemas e instituciones financieras (Capgemini, 2018).
No obstante, estas innovaciones cuentan con ciertos impedimentos como la falta de organización de la información en grandes bases de datos para poder procesarlas a través de AI, el miedo a que esta tecnología sustituya la mano de obra humana en algunos puestos de trabajo, ciertos riesgos asociados a tareas que no permiten que la AI pueda funcionar de manera autónoma y problemas éticos relacionados con la protección de la privacidad debido a la recopilación masiva de datos que realizan estas tecnologías (Angelov, 2019; PwC, 2016).
En otro orden de cosas, la computación cuántica o “quantum computing», a pesar de aún no estar desarrollada, también está en la vanguardia de la investigación tecnológica. Esta innovación se basa en las leyes de la mecánica cuántica y es capaz de abordar dificultades que los sistemas de computación existentes no pueden solventar. Son ordenadores con un gran potencial, totalmente distintos a los actuales y con capacidad para procesar gran variedad de datos en menos tiempo. Tiene unos beneficios enormes en el campo de la ciencia y se prevé que revolucione los sectores de la inteligencia artificial, la medicina, la investigación espacial y la ciberseguridad (Rjaibi, 2018). En relación a este último sector, se está investigando sobre la criptografía cuántica y su aplicación al sector financiero. Ésta podría suponer una forma de seguridad prácticamente imposible de hachear puesto que la física cuántica permitiría que la información se teletransporte de un sitio a otro y, en caso de ataque, la información se destruye.
La computación cuántica utiliza qubits6, los cuales podrían formar parte, en un futuro y en el ámbito de los sistemas de pago, de la creación de dinero cuántico, e incluso tarjetas cuánticas que no podrán ser copiadas (Angelov, 2019). Aunque hay una gran variedad de posibles aplicaciones del quantum computing en las finanzas, como su uso relacionado con blockchain, criptomonedas., criptografía o la seguridad de las transacciones financieras, entre otras, es probable que para ver su implementación real tengan que pasar décadas (Rjaibi, 2018).
Un gran desafío de cara al futuro del sector financiero son los inconvenientes relativos a la seguridad de las innovaciones ya que, por ejemplo, en 2019, los hackers lograron robar más de 7.000 bitcoins de cuentas en Binace, la mayor plataforma de criptomonedas a nivel mundial, representando unos 36 millones de euros. Novedades relacionadas con la seguridad como técnicas biométricas y la tokenización pudieran ser la clave para superar estos retos (Deloitte, 2016).
La biometría es una tecnología que utiliza determinados comportamientos o elementos físicos para la identificación de las personas y la validación de pagos, es decir, permite al usuario identificarse basándose en rasgos únicos que caracterizan a las personas. Entre las técnicas biométricas podemos distinguir el reconocimiento facial (como por ejemplo el Face ID de Apple), el uso de la huella dactilar (en lectores de huellas incluidos en TPVs o el caso del ID Touch de Apple, que permite confirmar pagos contactless), el escáner del iris o de las venas de la mano o la identificación mediante el ritmo cardíaco. La biometría supone grandes ventajas de seguridad puesto que evita que las contraseñas puedan ser robadas y reduce los fraudes (Avendaño, Pérez y Queizán, 2016). Estas tecnologías ya están siendo adoptadas por muchos bancos y empresas tecnológicas y se espera que experimenten un gran crecimiento; de hecho, en 2017, en comparación con el año anterior, el uso de técnicas biométricas en pagos móviles se triplicó (Angelov, 2019).
La tokenización también incrementa la seguridad en las transacciones evitando que los datos bancarios se transmitan a los comercios en los que se realizan compras. Funciona mediante un token o un número, distinto en cada operación, que reemplaza la información bancaria del usuario. Google, Samsung y Apple Pay ya hacen uso de estas técnicas, de hecho, Apple, ya en 2014, lanzó un sistema de pago mediante tokens en el que el cliente también hacía uso de técnicas biométricas autorizando la operación con la huella dactilar (Avendaño et al., 2016).
En definitiva, las innovaciones que están por venir pueden contribuir a resolver algunos de los problemas antiguos y recientes en los pagos y abren nuevas oportunidades que hasta ahora sólo estaban recogidas en la ciencia ficción.
A pesar de que se apela al término fintech como si se tratase de un fenómeno muy novedoso, realmente no es así. Fintech implica la transformación, el avance del mundo financiero gracias a la tecnología, y esto viene desarrollándose desde hace décadas. No obstante, el uso del término fintech para denominar a este fenómeno sí es reciente y se vincula con los cambios más disruptivos del sector que se vienen sucediendo en los últimos años.
Este trabajo se ha centrado en las innovaciones fintech en los medios de pago, puesto que desempeñan una de las funciones básicas del sector financiero, constituyen el caso más paradigmático del fenómeno fintech y, además, los medios de pago son uno de los sectores en los que se están sucediendo los cambios más visibles desde el punto de vista del público.
Las principales tendencias de cara a los próximos años en relación a los medios de pago se pueden reflejar de forma resumida en los siguientes puntos:
- El uso del efectivo con el paso del tiempo se irá reduciendo a favor de otros medios de pago como son las tarjetas contactless, los monederos digitales y los
- Existe un auge de plataformas de pago no bancarias, como PayPal, que facilitan las transacciones P2P; no obstante, los operadores tradicionales bancarios, en respuesta a esta competencia, cuentan ya con plataformas similares en este campo como Bizum o Twyp en el caso de España.
- El fenómeno open banking o de apertura de los datos bancarios de clientes a terceros, también llamados TPPs (Third Party Providers), favorecido por la entrada en vigor de la Segunda Directiva de Servicios de Pago, promoverá el crecimiento de los gigantes tecnológicos y las startups al permitirles el acceso a la información de los clientes bancarios y facilitando su intervención en el proceso de pagos, jugando de este modo un papel cada vez más importante en los servicios financieros.
- Se producirá un gran incremento en los niveles de inversión en compañías dedicadas a crear productos y soluciones específicas basadas en las tecnologías de registro distribuido, de las cuales el blockchain es un caso particular.
- La banca digital está en auge, el sector bancario tradicional está optando por adaptarse, hacer uso de estas innovaciones tecnológicas con el objetivo de desarrollar nuevos modelos de negocio con un mayor valor añadido, pues es la única forma de no quedar rezagado.
- El Internet de las cosas y los dispositivos inteligentes, basados en la inteligencia artificial, seguirán ampliando las posibilidades de realizar pagos y automatizar y simplificar las tareas cotidianas.
- Las técnicas biométricas y de tokenización contribuirán a aumentar la seguridad en los pagos, que es uno de los retos más importantes a los que se enfrenta el sector.
Estas transformaciones de los servicios financieros en general y de los pagos en particular basados en la digitalización y la tecnología traen cambios de orden económico, un aumento de la competencia en el sector, así como otros beneficios y transformaciones sociales, como por ejemplo servicios financieros más competitivos, más rápidos y personalizados y el acceso a los mismos de más segmentos de la población. Será necesario estar expectantes a cómo la tecnología, la ingeniería financiera y los nuevos hábitos de consumo configuran el sector en los próximos años. En este contexto, el papel de los gobiernos debe estar orientado a fomentar estos cambios garantizando un ecosistema seguro y un marco regulatorio capaz de optimizar los beneficios que supone el mundo fintech. Si bien es indiscutible que la revolución en el sector financiero no ha hecho más que empezar, provocará la aparición de nuevos operadores y productos y elevará los estándares de calidad de servicio de la banca en beneficio, sobre todo, de los usuarios.